Alejandro Jodorowsky, en “Solo de amor”
Aunque digas
que eres mía
que eres mía
sigo tratando
de llegar a ti
*
Tiene raíz la flor que yo te muestro
Plántala en tu corazón
*
No eres todo lo que quiero
pero el que en mí quiere
no es todo lo que soy
*
Desde mi locura
lancé mis poemas
para anclarme
en tu carne
*
También soy
lo que no soy
es decir tú
*
Aunque te vayas
no te pierdo
Vives en mis sueños
AÚN TU AUSENCIA
Me revuelco en todas las cenizas
tratando de encontrar el solo fuego.
Me siento a conversar con la sombra
que un día de verano olvidaste en el sofá.
Soy el sueño de las huellas de unos pasos
que una noche perdieron la memoria.
Nadie anduvo nunca por aquí.
Se renta el cuarto vacío
de una casa que ya no existe más.
EPITAFIO
No busques un sitio Entrega mis cenizas al viento
que de mí no quede más que este orden de palabras
He avanzado sólo para precipitarme en el comienzo
allí donde reina el origen puro sin su obra.
Los celos
Como un aceite negro tu ausencia
invadiendo los muebles, los trajes, el espejo,
los ojos de mis gatos, cada letra
de cada línea de cada hoja de cada libro,
y más abajo la herida, nada,
sólo el eco difunto de tu voz
y yo dentro del pozo cayendo eternamente
sin alcanzar tu nombre, cofre de acero
donde duermen para siempre mis semillas.
Tus caricias para el otro en mi piel son latigazos,
son el cielo del alba atravesado por espinas,
son las sábanas del lecho convertidas en pantano,
son mis manos arañando el aire hasta sacarle sangre,
No supe ofrecerte cortadas en un plato ni mis orejas ni mi
alma.
Te di de puñetazos tratando de romper en tu cara la cara
de mi madre.
Te encerré en un cementerio lleno de lápidas portando sólo
mi nombre.
Hoy avanzo en las tinieblas llorando lágrimas de siete
metros
por debajo de mi máscara de perro
mientras lejos lejos lejos y más lejos
bailas tratando de asemejarte a tus propios límites.
Pequeños actos de bondad
No me queda más que alegrarme,
ofrecerle un vaso de vino al mendigo,
impedir que los gatos orinen las flores,
con silencio de perro acompañar a la viuda,
darle sábanas limpias al loco,
aplaudir a los malos actores,
prestarle dinero al estafador,
enviar rosas a la fea,
regalarle mi bastón al ciego.
Pequeños actos de bondad
realizados bajo la indiferencia
de un dios que no distingue
el bien del mal
ni la luz de su sombra.
Sólo quejas
Porque la expulsión precede al engendramiento
debemos avanzar perdiendo la raíz de los pasos
mientras las puertas sin cesar se alejan.
Clamando con fervor por la conciencia que nos mata
bajo el resplandor de un astro condenado a invisible
buscamos el ubicuo centro que sin cesar se nos niega.
Intentando conocernos sólo desenterramos una máscara
obteniendo como único consuelo que en el árbol
del prohibido conocimiento los ruiseñores canten.
Las líneas del poema son las sombras de esa sombra
en la cual nuestra alma ilusoria se ahoga para siempre.
Sólo preguntas
¿Perla en el hocico del perro eres tú la que aparece?
¿Eres tú la que navega en el río solitario de mi sangre?
¿Tú le ofreces un camino a mis huellas de cojo?
¿En ti mi conciencia ha extraviado sus espejos?
¿Cómo, infinita sábana de arena, he de encontrar tu ojo de agua?
¿Por qué tenías que ser tú y no la muerte?
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